by Mora Salzman | Jul 23, 2022 | fragmentos, Sin categoría
1 parte
Cuerpo individual y cuerpo colectivo
“El trauma se sana en relación” Thomas Hubl
Cuando surge una herida- cuando nos lastimamos el cuerpo, por ejemplo- se
desencadena una reacción biológica natural, que necesitará recursos materiales para
curarla, conocimientos específicos sobre el tema, ayuda profesional si es necesaria,
atención y tiempo para el proceso de sanación, entre otros recursos. Si aceptamos y
acompañamos este proceso, se formará una cicatriz que nos indicará que el cuerpo está
curado.
Por supuesto, la complejidad de este proceso depende de diversos factores tanto internos
como externos, como la profundidad de la herida, los recursos de la persona para
ocuparse de ella, el contexto en el que ocurrió, si se atendió en tiempo y forma, si esa
persona estaba sola o acompañada, si es su primera experiencia o ha tenido una vivencia
similar antes, qué memorias en su historia personal y familiar existe en relación al tema,
entre muchos otros.
Es decir, si ampliamos nuestra mirada sabremos que esa herida biológica no sólo afectará
nuestro cuerpo físico, sino que también podrá tener una consecuencia para nuestro
cuerpo emocional, mental y relacional. La intensidad y el alcance de esta experiencia
dependen tanto de factores externos como internos, que atraviesan tanto la subjetividad
individual como colectiva.
Abordarnos como seres multidimensionales es vital para que la integración tenga lugar y
este proceso es un arte. Si deseamos acelerarlo, corremos el riesgo de generar el efecto
contrario. Si en cambio, creemos que no necesita especial atención y lo descuidamos,
puede infectarse y agravarse, teniendo no sólo consecuencias individuales sino también
relacionales y contextuales. ¿Cómo encontrar el equilibrio que posibilite la integración?
“Como especie, los seres humanos no evolucionaron como criaturas solitarias, sino como
animales sociales cuya supervivencia dependía de poderosas conexiones emocionales con
la familia y la tribu. Las conexiones sociales y emocionales son una parte esencial de
nuestra composición neurológica y química. Esto lo sabemos todos por los grandes
cambios fisiológicos cotidianos que experimentamos en nuestros cuerpos según
interactuamos con otros (…). Cuando uno considera nuestra historia evolutiva y las
pruebas científicas de las que disponemos, es absurdo siquiera imaginar que la salud y la
enfermedad pudieran entenderse aisladas de nuestras redes psicoemocionales. “La
premisa básica es que, al igual que otros animales sociales, la homeostasis fisiológica de
los humanos y su estado de salud ulterior están influidos no solo por el entorno físico, sino
también por el ambiente social.
Desde esta perspectiva biopsicosocial, la biología, el funcionamiento psicológico y las
relaciones interpersonales y sociales del individuo trabajan juntos, influyéndose unos a
otros” Gabor Maté, Cuando el cuerpo dice No. La conexión entre el estrés y la enfermedad
Al igual que sucede en el cuerpo individual, ocurre en nuestro cuerpo colectivo. Desde la
mirada sistémica, podemos decir que como individuos formamos parte de múltiples
grupos, siendo el primero de ellos, nuestra familia. Conozcamos o no la historia de
nuestros ancestros, venimos de ella y pertenecemos a ella. Esta conciencia familiar es
independiente de nuestra conciencia personal y funciona con sus propias reglas más allá
de nuestras creencias, juicios o valores individuales.
CONTINUARÁ…..
by Mora Salzman | Jul 23, 2022 | fragmentos
Las Constelaciones Familiares son una herramienta de transformación individual y colectiva;
hacen su aporte no sólo en el ámbito terapéutico personal sino también en muchos de los
conflictos que atraviesan los diferentes colectivos humanos, ya sea en el ámbito laboral,
organizacional, educacional, de salud, jurídico, entre otros.
Sea el ámbito que sea que estemos mirando- un problema en una escuela, un conflicto en un
área empresarial, un síntoma físico-lo hacemos en relación con, es decir, dentro de un
contexto y de un grupo más grande, ya sea nuestro sistema familiar de origen, nuestro sistema
actual, o el grupo de pertenencia con el que esté vinculada la problemática en cuestión. ¿Por
qué?
Desde esta mirada, un síntoma o conflicto no es puramente individual sino que está en
resonancia con un origen más profundo, es decir, lo que vemos en la superficie como el
problema es muchas veces la consecuencia de un desorden, un desequilibrio o una exclusión
cuyo origen permanece aún invisible.
Todos tenemos nuestro lugar dentro del sistema familiar, todos tenemos el mismo derecho a
pertenecer a él y existe un equilibrio entre dar y tomar, vinculado con el orden y la jerarquía
temporal dentro de este sistema. Estos principios básicos son los rieles por donde se
despliegan las diversas dinámicas, que emergen en los talleres grupales o sesiones
individuales.
Las Constelaciones Familiares nos ayudan a reconectarnos con esos hilos que nos unen con
nuestra historia familiar, haciendo visible lo invisible. Así, lo que creíamos era un conflicto se
transforma en la solución, desplegada inconscientemente, como modo de equilibrar y resolver
algo de lo acontecido en la historia de nuestro sistema familiar. Es así como somos parte de
una consciencia familiar más grande y nuestro destino personal está conectado con ella.
La libertad que nos da el ocupar nuestro lugar dentro del sistema y mirar lo propio, está
directamente vinculada con transformar la inocencia y el amor ciego por el amor consciente y
la responsabilidad sobre nuestra forma de actuar y vincularnos. Con respecto a esto, el creador
de la herramienta Bert Hellinger nos dice: “(…) Nuestra posibilidad y nuestros límites también
están marcados por nuestra familia; por su historia, sus éxitos y sus derrotas, su fortuna y sus
infortunios. Asimismo están trazados por los grupos grandes a los que pertenecemos: nuestro
pueblo, nuestra religión, nuestra raza, nuestro sexo. De todas esas circunstancias nace nuestro
destino. Pero de tal forma que aún nos corresponde algo particularmente propio, algo como
una vocación personal. Consta, también, que los destinos de otros miembros de nuestra familia
se convierten en nuestro propio destino, sobre todo los de aquellos que son rechazados por
nosotros o por otros integrantes que la rechazan, de los que a lo mejor sentimos vergüenza o
cuyo destino nos da miedo. Sin que seamos conscientes de ello, su destino revive en nosotros.”
Las imágenes de solución que se nos revelan a través de las Constelaciones Familiares nos
ubican en un lugar de mayor conciencia y responsabilidad a la hora de mirar y transformar lo
que nos sucede. Como toda herramienta, el efecto que estos movimientos tengan depende del
proceso que cada persona continúe luego en la vida cotidiana, cada cual a su propio tiempo,
ritmo y con sus propios recursos.
¿A quiénes va dirigido este trabajo?
A personas que tienen dificultades en sus relaciones familiares, que se manifiestan en
problemas emocionales, mentales o corporales.
A personas que tienen problemas de pareja, convivencia o separaciones conflictivas, casos de
adopción, abuso sexual, abortos.
A aquellos que padezcan enfermedades graves, que tengan cualquier tipo de adicción y/o
trastornos de la alimentación (bulimia, anorexia, obesidad).
A personas que hayan sufrido repetidas experiencias de infortunio (duelos, muertes trágicas,
suicidios, guerras) o deseen enfrentar hechos irremediables de su historia.
A personas que tienen problemas vinculados con inmigración /emigración.
A padres, educadores y psicólogos que tratan ayudar a los hijos con problemas de conducta,
aprendizaje y desarrollo personal.
A todos los profesionales de la Salud (Psicólogos, Psicoterapeutas, Médicos, Terapeutas
Corporales), Asistentes Sociales, Educadores, Maestros, Abogados.
A Consultoras de Empresas. Para problemas de liderazgo, lealtad, estructuración de
responsabilidades, cohesión en los equipos de trabajo.
by Mora Salzman | Jul 7, 2022 | reflexiones
He descubierto que un hogar seguro…
No es un hogar donde no hay conflictos.
No es un lugar en donde lo malo queda fuera.
No es un espacio libre de repeticiones del pasado.
No es un lugar en donde nunca salimos lastimados.
No es un espacio siempre agradable y cómodo.
No es un hogar ideal y perfecto.
Es un hogar en donde todo esto que nos duele, que nos incomoda, que nos enoja, que no nos sale como deseábamos….puede ser mirado, escuchado, acogido, abrazado.
Es un espacio en donde a veces nos lastimamos, pero tenemos el coraje de sanar juntos las heridas que causamos.
Es un lugar en donde podemos hacer una pausa y reconocer lo que nos sucedió, para volver a empezar nuevamente.
Es un espacio donde nos podemos reconocer vulnerables, erráticos, aprendices.
Construir un hogar seguro, necesita tiempo para mirarnos a los ojos y realmente vernos, para poder hablar y realmente escucharnos.
Construir un hogar seguro necesita de espacio, tanto interno como externo, para que cada cual siga su propio ritmo y juntos, creemos esa danza familiar.
Construir un hogar seguro necesita de nuestra entrega, primero hacia nosotros mismos, para poder dar lo que si tenemos y dejar de luchar con lo que aún no logramos.
Necesita respeto….respeto a todo tal como es; ese respeto que incluye todos los NO, todos los limites, todas las heridas, todo lo que no nos gusta. Ese respeto que no deja nada debajo de la alfombra o del otro lado de la puerta
Un hogar seguro necesita de nuestra presencia, de nuestra práctica diaria del atestiguar, de hacer contacto y reconocernos…así de vulnerables, así de humanos.