“La gente no necesita una definición del trauma; lo que necesita es una expresión experimental de lo que siente” Peter Levine.

El trauma es una respuesta inteligente de nuestro sistema nervioso ante una situación abrumadora. No es el hecho en sí mismo, sino lo que no pudimos procesar de ese hecho. Cuando nuestro sistema nervioso no puede activarse como respuesta al estrés vivido a través del sistema de lucha, defensa o fuga de nuestro sistema nervioso simpático- nuestro sistema nervioso parasimpático- a través de nuestro nervio vago dorsal- toma el control, generando una parálisis o congelamiento como mecanismo de supervivencia.

El trauma no es pasado, sino que se encuentra presente aquí y ahora, configurando nuestros pensamientos, nuestro mundo emocional, nuestro cuerpo, nuestras relaciones y en definitiva, nuestra conexión con la vida en general. Es el filtro a través del cual miramos la realidad. Es por ello que el trauma se reconoce por sus efectos y ser capaces de identificarlos, primero en nosotros mismos y luego en el cuerpo colectivo, nos puede ayudar a comprender con mayor profundidad los alcances de ciertas experiencias vividas y cómo aún hoy condicionan nuestro accionar y nuestro estar en el mundo.

¿De qué depende que un hecho nos abrume y genere un efecto traumático? Como hemos mencionado a comienzos de este escrito a través del ejemplo de la herida, de múltiples factores y la combinación de los mismos: muy intenso, muy precoz, muy prolongado en el tiempo.

En primer lugar, podemos aclarar que hay: traumas individuales por shock- como puede ser por ejemplo un abuso, una violación o un accidente-, y hay traumas individuales de apego. Éstos últimos no los podemos medir por su magnitud desde una perspectiva adulta, ya que, por ejemplo, si un bebé está solo dos horas llorando en una habitación, puede ocasionar un efecto traumático. Los traumas de apego son aquellos ocurridos durante nuestro crecimiento, en donde el sistema de corregulación no se ha podido desplegar sanamente y como remedio para no abrumarnos, hemos desplegado diversos recursos como la tensión corporal, el entumecimiento, la híper o hipoactividad, la disociación, la falta de memoria, la fragmentación, la imposibilidad de conectarnos emocionalmente, entre otros. La capacidad de autorregulación, es una consecuencia del apego seguro y la corregulación que allí se genera.

Por otro lado, existen los traumas sistémicos o transgeneracionales, es decir, como individuos dentro de un sistema familiar, estamos conectados inconscientemente con todo lo que sucedió en nuestra historia. Gracias a la ciencia que estudia la epigenética, por ejemplo, hoy día podemos confirmar que los traumas no procesados de hasta al menos hasta cuatro generaciones atrás, se manifiestan biológicamente a través de nuestra epigenética, influenciándonos en el presente de diversas maneras. Dicho de otro modo, lo que permitió la supervivencia en nuestro pasado familiar y ancestral, sigue activo y afectando nuestras vivencias y comportamientos presentes.

Finalmente, estamos en conexión con los traumas colectivos que no necesariamente implicaron a nuestro linaje ancestral, pero que como humanidad formamos parte: las guerras, las hambrunas, los desastres naturales, las pandemias, la discriminación racial, la violencia; todos estos hechos nos atraviesan en mayor o menor medida y se interconectan con nuestros traumas sistémicos e individuales.

“En mi opinión, el concepto de trauma no puede reducirse simplemente a un examen de los fenómenos biológicos o psicológicos; el trauma siempre tiene lugar dentro de un contexto social. Puede haber algunas personas que se vean afectadas directamente por un acontecimiento, y  algunas otras que, aunque no sean psicológicamente afectadas de forma directa, puedan sin embargo, padecer en forma grave los efectos postraumáticos.(…) Restringir el concepto de trauma a los directamente afectados, tal como hace el diagnóstico del trastorno por estrés postraumático, es insuficiente no solo para la comprensión de los sucesos del trauma, sino también para reconocer la posibilidad de hacer algo al respecto” Franz Rupert en Trauma, vinculo y Constelaciones familiares.

CONTINUARÁ

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