En la incertidumbre, te criamos.
En el miedo, te acobijamos.
En la alegría, te acompañamos.
En la vergüenza, te respetamos.
En el dolor, te sostenemos.
Hija,
gracias por mostrarme mis tesoros.
Ahora me sumerjo,
los voy a rescatar.
No hija,
no me podes acompañar.
Tengo que ir sola,
ya aprendí a bucear.
…
Y allí estoy,
en el fondo del océano,
sin la luz del sol que me guíe,
sin el suelo que me sostenga.
En mi océano,
no hay fondo.
Me asusto,
me enojo,
me rechazo,
me desconozco,
me pierdo…
Por fin,
encuentro el piso y en él,
la generosidad del agua que,
me ofrece una nueva perla.
Me reencuentro,
me reconozco,
me abrazo,
me libero….
…
Mi océano me impulsa,
de vuelta a la superficie.
Mis pies se elevan y
salgo a flote.
Una vez más, el sol.
Una vez más, salí.
Hay piso.
Siento la arena calentita
debajo de mis pies
Hija,
todo salió bien.
Aquí estoy…
Y me quedo.
No sabemos cuál es la historia de la madre que tenemos enfrente. No sabemos qué océanos tuvo que atravesar, o cuáles está observando desde la orilla, sin animarse a dar el paso, porque nadie le enseño a nadar. No sabemos qué le sucedió a la mamá de esa mamá, o a su abuela, o a su bisabuela. No sabemos de qué guerras huyeron, cuántos abusos se esconden en los rincones de su cuerpo, qué trabajos las desvelaron, que silencios las acompañaron.
La maternidad, es puente hacia nosotras mismas, hacia nuestra infancia, hacia nuestra madre, hacia nuestras mujeres. Hacia nuestro padre, hacia nuestros hombres. Hacia lo que los unió y también hacia lo que los separó.
Tomemos la llave que trajeron nuestr@s hij@s atadas en su cordón umbilical con tanto amor, amor ciego, inocente, puro amor de hij@s.
Es nuestra oportunidad. Es nuestra responsabilidad.
Tomémosla y buceemos en nuestros océanos,
que aunque a veces parezca que no,
aunque la luz del sol se vea lejos,
siempre saldremos a flote con una nueva perla.
Siempre habrá arena y sol,
esperando nuestro regreso.
Me emocionó leerlo, gracias
Gracias!
a mí también me emocionó por todo lo que implica y resuena en nosotros