by Mora Salzman | Oct 20, 2022 | Constelaciones Familiares
“Neurocepción: Porges acuñó este término para describir las formas en que nuestro sistema nervioso autónomo responde a las señales de seguridad, peligro y amenaza vital dentro de nuestros cuerpos, en el mundo que nos rodea y en nuestras conexiones con los demás. A diferencia de la percepción, se trata de “detección sin conciencia” (Potrges, s.f), una experiencia subcortical que ocurre muy por debajo de los dominios del pensamiento consciente.” Deb Daba, La teoría polivagal en terapia. Cómo unirse al ritmo de la regulación.
Nuestro primer recurso humano es la búsqueda de contacto, la necesidad de establecer una relación. Los adultos somos tejedores de coherencia de las infancias. Es nuestra responsabilidad ser este espacio seguro, que valide y nombre lo que sucede, que de espacio a las necesidades primarias de regulación de los niños, para que puedan crecer sintiéndose seguros y conectados consigo mismos y así, puedan desplegar redes relacionales saludables.
Siguiendo con nuestro ejemplo, si la mamá de esta niña acudió a su llamado, la sostuvo con un tono corporal relajado, se abrió emocionalmente a sentir el miedo con ella y validó su experiencia con palabras, la niña logró corregularse y volver a un estado de conexión consigo misma, pudiendo desplegar su curiosidad hacia el mundo nuevamente y llevando consigo una nueva experiencia de vida.
SI en cambio, su mamá la retó, o no estaba cerca y disponible, o se asustó mucho tensionando su cuerpo, o invalidó la experiencia diciendo frases como “no pasó nada/ ya está/ no tengas miedo del perro si es bueno/ no fue para tanto”, la niña no tuvo la posibilidad de integrar orgánicamente su experiencia y probablemente, tampoco pudo volver a sentirse segura para salir a explorar nuevamente su contexto.
Si nos criamos con patrones de conexión y corregulación saludables, habrá coherencia entre lo que nos sucede a nivel corporal, emocional y mental; estaremos en contacto con nuestra vulnerabilidad; sentiremos que podemos abrirnos y confiar en las personas que nos rodean; estaremos curiosos y abiertos al mundo, pulsaremos al ritmo de la Vida.
Si en cambio nos criamos con patrones de desconexión y sin corregulación, habrá incoherencia entre nuestro cuerpo físico, emocional y mental; intentaremos protegernos o desconectarnos de nuestra vulnerabilidad; nos sentiremos cerrados, amenazados o distanciados de los demás; estaremos indiferentes, enojados o aislados del mundo, nos lograremos encontrar la conexión con el ritmo vital.
Cuando nos referimos a estos patrones, se trata de regularidades desplegadas en el tiempo y en el espacio. Es por eso que, entre estos dos extremos anteriormente descriptos, se despliegan infinidad de matices y sutilezas, con mucho más elementos de los aquí mencionados.
Sin embargo, creo que nos ofrece una idea general para comprender la importancia vital de este mecanismo para nuestra supervivencia. Es inteligencia pura en acción. Si no tuvimos quien nos acompañe: no sentir, o salir corriendo, o volvernos agresivos, por ejemplo, fue lo mejor que pudimos hacer para sobrevivir en un contexto que no era seguro para nosotros. Este reconocimiento es una llave de acceso a lo que quedó guardado sin digerir de nuestras experiencias pasadas, porque como dice Thomas Hubl, el pasado es pasado porque está integrado, de lo contrario, es presente.
En la filosofía de Bert Hellinger podemos decir que todo lo que se excluye se repite, como una vía que encuentra la conciencia familiar para darle lugar a aquello que en su momento no lo tuvo. Esta exclusión se da en múltiples niveles: en nuestro cuerpo (tensiones, síntomas, partes anestesiadas, fragmentación, híper o hipo activación, etc.), en nuestras emociones (ira, miedo, angustia, vergüenza, desconexión, etc.), en nuestra mente (relatos personales y familiares, juicios, silencios, olvidos, desórdenes mentales, etc.), es nuestro campo relacional (incomunicación, aislamiento, dificultades en formar una pareja, conflictos, polarización y fragmentación etc.)
En los espacios que habitamos hoy como adultos, cada encuentro es una oportunidad de corregularnos. Ya sea en un ámbito terapéutico, un docente con sus estudiantes, un equipo de trabajo, un grupo de amigos o un padre con su hijo, desplegar conscientemente nuestros recursos de contacto y regulación, nos posibilita construir relaciones más equilibradas y seguras. Y cuando nos sentimos seguros, abrimos la puerta para que el pasado pueda integrarse en el presente y por lo tanto, el futuro pueda emerger.
“En cada una de nuestras relaciones, el sistema nervioso autónomo “aprende” sobre el mundo y se tonifica en hábitos de conexión o protección. La esperanza radica en saber que, si bien las experiencias tempranas dan forma al sistema nervioso, las experiencias actuales pueden remodelarlo” Deb Dana en La Teoría polivagal en terapia.
¿Cómo crear estos espacios de corregulación que nos permitan asimilar e integrar nuestras experiencias individuales y colectivas? ¿Qué recursos podemos desplegar para tejer redes de regulación colectiva que nos lleven a una mayor coherencia y alineación con la vida?
Cuando nos sentimos seguros, podemos mirarnos a los ojos, sentirnos cerca, hacer contacto, confiar uno en el otro, comunicarnos amorosamente, desplegar nuestro potencial creativo, crear redes que nos sostengan para poder digerir colectivamente lo que nos abruma individualmente.
Intentaremos profundizar en este tema más adelante, pero para ello necesitamos hablar específicamente sobre el trauma: qué es, cómo se crea y qué efectos genera individual y colectivamente.
CONTINUARÁ…
by Mora Salzman | Oct 20, 2022 | Sin categoría
Por Mora Salzman
Ayudarnos mutuamente es un acto permanente y necesario entre los seres humanos para desarrollarnos en nuestra vida. Sin embargo dependiendo del lugar que estemos ocupando dentro de cada grupo, la ayuda sigue una serie de órdenes para que sea equilibrada. En la familia por ejemplo, el acto de ayudar se da naturalmente desde arriba hacia abajo: los padres dan y los hijos toman; cuando esto no es así todos los miembros del grupo pierden fuerza.
En un vínculo entre pares en cambio-en la pareja por ejemplo- el orden se da de una manera diferente: podemos dar lo que recibimos a través de la compensación y cada cual se hace cargo de su parte de la responsabilidad por igual.
Entonces, para poder ayudar y dar algo a alguien primero necesitamos haber tomado; recién allí tenemos la fuerza y la necesidad de dar. Cuando por ejemplo queremos dar lo que no tenemos o tomar lo que no necesitamos el primer desorden se hace visible y repercute en nuestros vínculos cotidianos de diversas maneras.
Por otro lado, desde el rol que cada uno ocupa en otros círculos, por ejemplo en su profesión, también hay una manera de ayudar que da o quita fuerza a quien es ayudado. Este modo tiene que ver con el respeto al destino y las elecciones del otro tal y como se manifiestan; dependiendo de cómo miramos a la persona que queremos ayudar esta ayuda fortaleza o debilita, une o separa.
A través de la mirada sistémica de las Constelaciones Familiares podemos comenzar a mirar desde una óptica diferente los modos que tenemos de ayudar y la consecuencia de los mismos.
Cada cual tiene la fuerza para afrontar su propio destino; si concordamos en lo profundo con esto podemos sentir en qué lugar necesitamos estar para acompañar y dejarnos acompañar con respeto y amor.
by Mora Salzman | Oct 6, 2022 | Sin categoría
¿Qué cambiaría si el problema se soluciona? ¿Qué te gustaría lograr? ¿Para qué trabajarías ese tema? Si el conflicto se transforma, ¿Cómo creés que sería para vos? Estas son algunas de las preguntas que aparecen durante un encuentro de Constelaciones Familiares.
Desde nuestra mirada, igual o más importante que conectarnos con el problema es hacerlo con su solución o con el estado interno que nos gustaría sentir tras la resolución, ya que de esta forma la energía del trabajo va direccionada y es sustentada por esa fuerza de transformación. Muchas veces contestar esta pregunta no es sencillo ya que estamos tan identificados con el conflicto- el cual tal vez nos ha acompañado durante mucho tiempo- que nos resulta difícil imaginarnos sin él.
Un primer paso para vislumbrar la solución y comenzar a darle lugar en nosotros, es mirar nuestros síntomas con otros ojos. Si cambiamos la perspectiva respecto a ellos podemos descubrir qué mensaje nos están trayendo, quién o qué está siendo excluido, desordenado o descompensado dentro de nuestro sistema familiar.
El conflicto es entonces una manera que nuestra alma encuentra de equilibrar algo dentro del sistema y de alguna manera, su búsqueda por resolverlo; si comienzo a decirle que sí al conflicto en vez de a luchar contra él puedo también darme cuenta qué hay más allá de él y qué me está queriendo mostrar. Una vez que lo excluido tiene su lugar y que la energía recupera su orden natural dentro del alma familiar, el mensaje que el conflicto traía es entregado y ya no tiene razón de ser.
Desde esta perspectiva el síntoma que aparece en nuestra vida como un problema personal ya sea laboral, físico, emocional, vincular, etc., es una consecuencia o está en resonancia con un conflicto de origen familiar con el cual estamos implicados. Dicho de otra manera, cuando una parte nuestra está llevando algo por otro miembro del sistema (una culpa, un dolor, una responsabilidad…), o está mirando a alguien excluido por el sistema (un hijo no nacido, un abuelo alcohólico, una bisabuela muerta en el parto…) o algún hecho ocurrido (una guerra, un abuso, un accidente…) aparecen los conflictos en nuestro día a día que reflejan estas dinámicas inconscientes de lealtad y pertenencia hacia nuestro origen. Para dar un ejemplo concreto, una consultante viene porque se siente bloqueada en múltiples ámbitos de su vida: no consigue hallarse en el trabajo, no encuentra una pareja estable, no siente demasiado interés en estudiar lo que eligió y siente una tristeza de fondo que no sabe por qué la tiene ya que no se condice con algo concreto que le haya pasado; aparentemente todo está bien pero ella siente que algo falta y le gustaría sentirse más aliviada y con más alegría y confianza para encarar sus proyectos. Al desarrollarse la constelación lo que se muestra es que esta mujer está conectada con un hermano no nacido anterior a ella, quien no ha podido tener el lugar que le corresponde en la línea de hermanos y cuyo duelo no ha podido ser hecho por su mamá la cual, como se refleja en el trabajo, aún no lo puede mirar. En el alma de esta consultante se establecen lazos profundos con este hecho e inconscientemente le dice a su mamá “Yo lo miro por vos” y le dice a su hermano “Como vos no pudiste, yo tampoco”. Cuando esto sale a la luz y la persona toma consciencia de esta conexión también puede comenzar a respetar el destino de este hermano y dejarlo con su mamá, que es la única que puede llevar ese dolor, el cual es parte de su historia y de su fuerza.
Este movimiento permite a la consultante estar finalmente disponible para mirar su propio destino y, en honor de su hermano, disfrutar de la vida que ella sí pudo tener. Este ejemplo relatado muy brevemente nos muestra cómo cuando en el alma algo se reordena y se integra estamos más libres para conectarnos con nuestra propia vida.
Muchas veces sin embargo, luego de asistir a un taller surgen las preguntas: ¿Cómo hago ahora? ¿Qué tengo que hacer con esto que se me muestra? Tomar la solución que la Constelación nos propone es el comienzo de muchos cambios en nuestra vida y requiere de una gran entrega para transformar nuestras creencias y juicios, nuestros modos de vincularnos con nosotros mismos y los demás, nuestro concepto de la ayuda y la responsabilidad, etc. etc. Esto es un proceso que no se realiza de un momento para otro; aunque sí puede haber saltos cuánticos luego de un trabajo y podemos notar que algo cambió- aunque no sepamos muy bien qué exactamente- siempre decimos que esta herramienta es una filosofía de vida, que todo tiene su tiempo y su proceso y que el movimiento iniciado luego de haber asistido a un taller continúa por mucho tiempo. Así, la mejor manera de apropiarnos de ella y nutrir lo que trabajamos es seguir asistiendo a los encuentros, seguir ampliando la mirada junto a otros, continuar trabajando sobre nosotros mismos con las herramientas y recursos que nos resuenen, continuar día a día afinando nuestro instrumento y abriendo nuestro corazón a lo que habita en lo profundo de nuestra alma.
by Mora Salzman | Sep 22, 2022 | Sin categoría
4 parte
La maravilla de nuestro sistema nervioso: autorregulación y corregulación
Los niños no se traumatizan porque se lastiman. Los niños se traumatizan porque están solos con ese dolor. Gabor Maté
Nuestro sistema nervioso es un mapa sagrado, que nos conduce a descubrir el tesoro de nuestra conexión con la Vida. Gracias al funcionamiento de este sofisticado cableado interno, somos capaces de generar conexiones con nosotros mismos, de crear lazos relacionales saludables, de sentirnos seguros en el mundo que habitamos, de poder expresarnos y comunicarnos genuinamente, de sentir empatía y deseo de ayudar a otros. Como así también, gracias a esta inteligencia nerviosa somos capaces de protegernos, de desconectarnos cuando algo nos abruma y no podemos soportarlo, de defendernos del peligro o salir huyendo antes de que nos lastimen.
Comenzar a comprender su funcionamiento nos puede aportar muchísimo a la hora de comprender por qué ciertas personas responden de determinada manera ante los conflictos, cómo somos capaces de superar situaciones traumáticas sin morir en el intento; cómo nuestra capacidad de generar y sostener lazos relacionales y sociales está vinculada con nuestra inteligencia fisiológica. Nos puede permitir ver con mayor calidad cuál es la relación entre mis estados emocionales, mentales y mi accionar y cómo a su vez dicha conexión está vinculada con mi historia personal y la memoria transgeneracional.
Pero antes de profundizar sobre el trauma, nos gustaría referirme al mecanismo de autorregulación y corregulación, para enlazarlo luego con la comprensión del trauma, cómo nuestro sistema nervioso nos ayuda a sobrevivir a él y qué recursos podemos utilizar para integrarlo tanto individual como colectivamente.
Si nos imaginamos un bebé recién nacido, que estuvo nueve meses en un medio blando, calentito y acogedor, escuchando los latidos del corazón de su mamá, sin saber respirar ni comer por sus propios medios, sin haber estado en contacto con la luz o el sonido directo. ¿Qué necesitará ese ser para sentirse seguro apenas nace? El contacto con los brazos de su mamá, el sostén de su cuerpo, el sonido de su voz, el alimento de su pecho, el olor de su piel.
Durante los primeros meses de vida, el bebé no sabe que es otra cosa diferenciada de su mamá. Son ella en primer lugar y poco a poco su papá- o quienes sean sus cuidadores- los encargados de brindarle conexión y seguridad. Es mediante esta corregulación del sistema nervioso del adulto que aprendemos a autorregularnos en nuestro propio sistema nervioso. Partiendo de esta corregulación es que vamos generando una coherencia entre lo que le sucede a nuestro cuerpo, lo que sentimos emocionalmente, lo que pensamos y cómo nos relacionamos con el mundo externo.
Daré un ejemplo de lo anteriormente dicho. Imaginemos a una niña al aire libre que está aprendiendo a caminar: explorando este mundo nuevo con curiosidad y gozo, descubriendo los sonidos de los pájaros, el sonido del viento en las hojas, los colores de las flores, etc. De repente, en el medio de este placer, un perro viene corriendo a toda velocidad y ladra muy cerca de ella. ¿Qué sucede en el cuerpo de esa pequeña? ¿Cómo reacciona emocionalmente? Probablemente su cuerpo se tensione súbitamente, su respiración cambie, su corazón lata más fuerte, sus manos se transpiren, todo su mecanismo fisiológico y hormonal se ponga al servicio de la supervivencia (activando por ejemplo adrenalina y cortisol) y unos segundos después, llorará a gritos expresando su miedo y necesidad de ser alzada, sostenida, cuidada. Todos estos mecanismos explicados muy resumidamente, están al servicio de la supervivencia y ocurren sin mediación del razonamiento. Sin embargo, milésimas de segundos antes de que todo este mecanismo de defensa se despliegue, probablemente lo primero que hará esa bebé será buscar a través de su orientación y su mirada, alguien que la pueda ayudar. La búsqueda de conexión es siempre nuestro primer recurso.
CONTINUARÁ…
by Mora Salzman | Sep 22, 2022 | Constelaciones Familiares
Siempre que algo esté vivo se encuentra en continuo cambio y transformación; sin embargo muchas veces tendemos a querer fijar este movimiento natural, y lo hacemos de diversas maneras a través de nuestros pensamientos, relatos, ideas, emociones congeladas, etc. Cuando conocí las Constelaciones Familiares (CF) y a medida que fueron pasando los años, una y otra vez me di cuenta de las limitaciones que esta actitud tiene.
La idea de un tiempo pasado, presente y futuro se transforma con esta herramienta, ya que podemos ver cómo somos seres multidimensionales, conectados con diversos hechos y personas que transforman nuestra realidad; aunque esos hechos y personas sean del pasado e incluso ya no estén en la vida, nuestro destino personal se encuentra muchas veces entrelazado con el de ellos, transformando nuestro presente de múltiples maneras.
Las CF tienen una mirada fenomenológica, enfocada en lo que en lo que aquí y ahora las imágenes manifiestan; no es una mirada fija ni cristalizada si no que está en continuo movimiento y expansión. Dicho en otras palabras, lo que cada trabajo devela es lo que en ese momento está resonando con más fuerza en el sistema para ser visto y reconocido y está enfocado en el pedido o tema de la persona que consulta y abre su sistema familiar.
En otro momento- a medida que el movimiento de una constelación realizada va haciendo su efecto y que surja nuevamente un tema para trabajar- las imágenes que se manifiestan pueden ser otras, incluso involucrando a los mismos miembros del sistema que la constelación realizada anteriormente.
En palabras de Bert Hellinger “(…) en su interior estuvo llevando una imagen que contradecía aquello que venía imaginándose. Es decir, a través de esta imagen surge algo oculto y dejando que esta imagen nos impacte, nos damos cuenta de problemas importantes de esta familia. (…) Aquí tenemos que aprender a despedirnos de las imágenes interiores que nos impiden, por ejemplo, reconocer a otras personas que sean diferentes, dándoles los mismos derechos que nosotros quisiéramos tener. Es decir, lo que aquí hacemos es una purificación, una purificación interior de las imágenes que nos perturban, que nos trastornan.” libro Imágenes que solucionan.
Para poder mirar una problemática desde este ángulo es necesario que nos despojemos, no sólo la persona que consulta sino también el facilitador y todos los presentes, de nuestros juicios, prejuicios y saberes sobre el tema. Sin esa actitud no podemos trabajar desde esta herramienta ya que impedimos que lo profundo salga a la luz y se manifieste; en otras palabras, trabajamos desde nuestro centro vacío y desde allí nos abrimos todos al movimiento interno propuesto por cada trabajo; este modo de mirar y de vincularnos con una problemática es compartido por diversas disciplinas como el Yoga, la Meditación y otros abordajes terapéuticos.
En palabras de Tiiu Bolzmann: “El aspecto fenomenológico se manifiesta tanto a través de la actitud del facilitador como en el modo de observación y hasta en los procedimientos con los que se despliega la constelación. La atención en el trabajo está dirigida a los fenómenos que se muestran a través de los representantes e incluye la reacción del consultante. Leer y traducir las imágenes de la constelación sin interpretarlas es el verdadero arte del facilitador y requiere de mucho entrenamiento y pericia. Solo si se actúa sin ánimo de juzgar y con pureza de intención, el facilitador podrá observar los fenómenos que surgen durante la constelación. Las intervenciones se orientan y están encuadradas en este campo fenomenológico, e incluyen a todos los miembros y a todos los acontecimientos de la misma manera, tal como se muestran y son.” libro Qué es…Constelaciones Familiares.
Que nuestras imágenes interiores se pongan en movimiento es un proceso que, como toda transformación, lleva su tiempo. Sin embargo a la vez, luego de una experiencia de constelaciones muchas veces decimos que algo se siente distinto; esta percepción también es correcta ya que en lo profundo, dichas imágenes tocaron ciertos hilos de la red familiar o sistémica y continúan resonando dentro de ella.
by Mora Salzman | Sep 8, 2022 | Sin categoría
La lealtad inconsciente a nuestra historia familiar y todo lo que allí sucedió, genera la repetición de estás dinámicas, generando múltiples consecuencias tanto a nivel individual como colectivo: carencias emocionales proyectadas en las relaciones, dificultad en tomar la propio responsabilidad, desconexión con el propio deseo, dificultad en autorregularnos, incoherencia entre lo que sentimos física, mental y emocionalmente, desequilibrios en nuestro dar y tomar, exclusiones que generan repeticiones, enfermedades, entre otros.
Transformar la mirada sobre los conflictos, pasando de una perspectiva individual a una sistémica, nos ubica como parte de una inteligencia mucho más vasta y compleja, que opera a través nuestro inconscientemente, desde el momento en que llegamos a la vida.
Traer a la luz estas dinámicas familiares ocultas y las leyes que como grupos nos ordenan, nos permite transformar nuestro amor ciego infantil-la lealtad que nos lleva a la repetición- en un amor adulto consciente, a través del cual lo nuevo puede emerger. Para ello, necesitamos renunciar a ser las heroínas de la historia, las que salvan a mamá y a papá, a los abuelos y ancestros. ¿Qué quiere decir esto?
Poder asentir a lo que fue como fue, reconociendo la herida que esto causó y los efectos que tuvo. Poder respetar y reconocer que todo lo que sucedió es parte de la dignidad y de la fuerza de quienes lo vivieron y que, si nacimos luego, no podemos hacer nada… Nada más ni nada menos que mirarlo y darle espacio, que reconocerlo e integrarlo como parte de nuestra historia e identidad.
Poder abrir nuestro corazón a lo que en su momento ocasionó que, en otros, se cierre. Con esto no quiero decir que tengamos que hacer algo que no deseamos, que debemos tomar las leyes sistémicas como un mandato moral, repitiendo una frase hecha o realizando un movimiento corporal automatizado. Muy por el contrario, a veces se trata de aceptar nuestro límite, nuestro no poder mirar una situación o hacerle lugar a una persona que nos lastimó o dañó a algún ser querido, tomando conciencia y responsabilidad de los efectos que cada movimiento genera.
Si el haber excluido una persona o situación; o el haber permanecido sin contacto o entumecidos; o simplemente el haber silenciado y olvidado lo que sucedió, fue una solución en el pasado (para nosotros o para nuestros antepasados) para que la vida pueda continuar, es esencial atender al modo con el que nos acercamos nuevamente a esta herida que probablemente, aún no haya cicatrizado. Esto nos lleva a una actitud de mayor responsabilidad, coherencia y cuidado. De esta forma, se habilita más espacio para digerir e integrar lo acontecido, para que el pasado sea pasado y no continúe actuando en nuestro presente y moldeando nuestro futuro.
A continuación, exploraremos con mayor profundidad cómo es que esta inteligencia de supervivencia se despliega en nosotros, es decir, cuáles son los efectos visibles a través de los cuales, podemos encontrarnos con este pasado aquí y ahora.
CONTINUARÁ…