¿Qué significa cuidar? ¿Es posible cuidar a otro si no cuido de mí? ¿Cuándo des-cuido?
Desde que soy mamá el cuidado tomó otra dimensión en mi vida. La coherencia en el cuidado es muchas veces, un gran desafío. Madres flacas que pedimos a nuestros hijxs que coman; madres que dedicamos el tiempo exclusivo a los hijos porque nosotrxs de niñas no lo tuvimos, y en este acto de entrega confundimos nuestras heridas con sus necesidades; madres que estamos siempre disponibles a ayudar, pero nos olvidamos de pedir ayuda.
¿Cuál es el cuidado que cuida? ¿Cuál es la ayuda que ayuda?
En este momento en donde la palabra cuidar está en boca de los diarios, las propagandas televisivas y los afiches gubernamentales, lejos de entrar en una polémica partidista, quiero recuperar la sacralidad del cuidado.
La vulnerabilidad de los cuerpos que necesitan cuidado, atención, dedicación.
la mirada que sostiene el miedo,
la risa que esconde la vergüenza,
el abrazo que contiene la rabia,
el cuidado de nuestra casa,
de nuestra tierra,
de nuestros cuerpos,
de nuestra vulnerabilidad.
EL miedo, el dolor, la incertidumbre, el enojo, afinan nuestra piel. Nos volvemos reactivos ante el mínimo toque, ante una caricia o un cuerpo muy próximo.
¿Cómo dar un abrazo a una abuela que nunca lo recibió? ¿Cómo sentimos su cuerpo? ¿Es rígido o blando? ¿Se abre o se cierra? ¿Cómo cuidar si nos faltó cuidado?
¿Cuántos traumas surcan la piel de nuestro cuerpo colectivo?
Ante el trauma, el cuidado se vuelve un arte, una danza sutil entre el pasado y el futuro, una puerta que se abre muy lentamente, alumbrando las sombras poco a poco.
El cuidado es presencia silencio espacio contacto.
¿Qué cuidamos cuando cuidamos? ¿Podemos permitirnos sentir que no podemos? ¿La vida necesita que la cuidemos? ¿Nosotros necesitamos que la vida nos cuide?