La lealtad inconsciente a nuestra historia familiar y todo lo que allí sucedió, genera la repetición de estás dinámicas, generando múltiples consecuencias tanto a nivel individual como colectivo: carencias emocionales proyectadas en las relaciones, dificultad en tomar la propio responsabilidad, desconexión con el propio deseo, dificultad en autorregularnos, incoherencia entre lo que sentimos física, mental y emocionalmente, desequilibrios en nuestro dar y tomar, exclusiones que generan repeticiones, enfermedades, entre otros.

Transformar la mirada sobre los conflictos, pasando de una perspectiva individual a una sistémica, nos ubica como parte de una inteligencia mucho más vasta y compleja, que opera a través nuestro inconscientemente, desde el momento en que llegamos a la vida.

Traer a la luz estas dinámicas familiares ocultas y las leyes que como grupos nos ordenan, nos permite transformar nuestro amor ciego infantil-la lealtad que nos lleva a la repetición- en un amor adulto consciente, a través del cual lo nuevo puede emerger. Para ello, necesitamos renunciar a ser las heroínas de la historia, las que salvan a mamá y a papá, a los abuelos y ancestros. ¿Qué quiere decir esto?

Poder asentir a lo que fue como fue, reconociendo la herida que esto causó y los efectos que tuvo. Poder respetar y reconocer que todo lo que sucedió es parte de la dignidad y de la fuerza de quienes lo vivieron y que, si nacimos luego, no podemos hacer nada… Nada más ni nada menos que mirarlo y darle espacio, que reconocerlo e integrarlo como parte de nuestra historia e identidad.

Poder abrir nuestro corazón a lo que en su momento ocasionó que, en otros, se cierre. Con esto no quiero decir que tengamos que hacer algo que no deseamos, que debemos tomar las leyes sistémicas como un mandato moral, repitiendo una frase hecha o realizando un movimiento corporal automatizado. Muy por el contrario, a veces se trata de aceptar nuestro límite, nuestro no poder mirar una situación o hacerle lugar a una persona que nos lastimó o dañó a algún ser querido, tomando conciencia y responsabilidad de los efectos que cada movimiento genera.

Si el haber excluido una persona o situación; o el haber permanecido sin contacto o entumecidos; o simplemente el haber silenciado y olvidado lo que sucedió, fue una solución en el pasado (para nosotros o para nuestros antepasados) para que la vida pueda continuar, es esencial atender al modo con el que nos acercamos nuevamente a esta herida que probablemente, aún no haya cicatrizado. Esto nos lleva a una actitud de mayor responsabilidad, coherencia y cuidado. De esta forma, se habilita más espacio para digerir e integrar lo acontecido, para que el pasado sea pasado y no continúe actuando en nuestro presente y moldeando nuestro futuro.

A continuación, exploraremos con mayor profundidad cómo es que esta inteligencia de supervivencia se despliega en nosotros, es decir, cuáles son los efectos visibles a través de los cuales, podemos encontrarnos con este pasado aquí y ahora.

CONTINUARÁ…

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