Por Mora Salzman
Hoy en mi pueblo, la palabra vulnerabilidad
se ha declarado sagrada.
Los hombres la sienten y respetan,
Las mujeres se abren a mostrarla sin miedo.
Los niños y niñas la disfrutan en plenitud.
Hoy en mi pueblo, estamos de fiesta.
El miedo es cuidado por las abuelas tejedoras.
El dolor es cantado por los padres en sus guitarras.
La vergüenza encontró sitio frente al fuego,
encendido por las madres.
La culpa salió de paseo por el campo,
y se animó a perderse un ratito entre el pastizal.
El enojo es abrazado por todas y todos,
un ratito en cada falda.
Hoy en mi pueblo, todos somos igual de vulnerables.
Hoy nos sentimos libres y honrados…
Por fin